Hijos de los hombres (Children of Men, 2006) Alfonso Cuarón

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Hijos de los hombres (Children of Men, 2006) es una de las mejores películas del siglo XXI, esta afirmación es tan contundente como la maestría de su director, Alfonso Cuarón, a la hora de realizarla. Aunque en el momento de su estreno pasó prácticamente desapercibida para el gran público, los años le ha hecho justicia, hasta el punto de ser considerada hoy en día una auténtica obra maestra digna de estudio en las mejores academias de cine del mundo, y no es para menos pues esta película es un prodigio en todos los sentidos, veamos por qué es tan especial.

Perteneciente a la triada de realizadores mexicanos, junto a Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu, que han conquistado Hollywood en las dos últimas décadas, Alfonso Cuarón es un autor -sí, con todas las letras- que ha sabido dotarse de los medios necesarios para desarrollar una obra personal, algo muy difícil en los tiempos que corren, dominados por los sempiternos intereses comerciales de una industria que se ve cada vez más afectada por el éxito de las plataformas de streaming, y que necesitan asegurar dividendos con grandes producciones efectistas donde prima más la artesanía que el arte.,

Autor de algunos meritorios cortometrajes en los años ochenta y tras realizar la comedia romántica Solo con tu pareja (1991) en su país de origen, iniciaría su carrera en Estados Unidos, donde a lo largo de esta década realizaría La princesita (A little princess, 1995) y una adaptación moderna del clásico de Charles Dickens Grandes esperanzas (Greats Expectations, 1998). Estas películas, un tanto intrascendentes, serán el preludio de su primera obra verdaderamente importante, que le catapultaría en el panorama internacional, me refiero a Y tu mamá también (2001), que además contribuirá a la fama de sus dos actores protagonistas: Gael García Bernal y Diego Luna, que recibieron el premio Marcello Mastroianni al Mejor Actor Revelación en el Festival de Venecia, además de contar con la magnífica interpretación de la española Maribel Verdú. El éxito de esta road movie fue tal que Cuarón recibió una nominación al Óscar por el guión que firmó con su hermano Carlos, y se convirtió en unos de los iconos del llamado “Nuevo Cine Mexicano”.

Su labor en Y tu mamá también le abrió las puertas de la meca del cine, dirigiendo proyectos con grandes presupuestos, como Harry Potter y el prisionero de Azkaban (2004), que para muchos críticos y aficionados es la mejor de la célebre saga, y la aclamada Gravity (2013), protagonizada por los populares Sandra Bullock y George Clooney, con la que consiguió su primer Óscar a la mejor dirección, siendo el primer latinoamericano en conseguirlo. Pero es la película que nos ocupa y la reciente y muy personal Roma (2018) las que le han encumbrado como uno de los mejores cineastas de lo que llevamos de siglo.

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Basada en la novela homónima de P.D. James, la película narra un futuro distópico, que por su cercanía, 2027, y verosimilitud resulta aún más amenazador y angustiante, donde los hombres y las mujeres han perdido la capacidad de procrear, dejando a la sociedad al borde del derrumbe. Localizada en Londres y en la campiña inglesa y con una magnífica ambientación que intensifica los problemas reales existentes en la actualidad, con especial énfasis en el problema de la inmigración y con referencias a una pandemia de gripe, el film sigue a Theo Faron, un gris burócrata magníficamente interpretado por un Clive Owen en estado de gracia, que se ve involucrado en una misión de los “Peces”, un grupo de activistas dirigido por su ex esposa, papel en el que brilla Julianne Moore, que a pesar de su brevedad planea a lo largo de toda la cinta. La misión, repleta de peligros, no es más ni menos que velar por la seguridad de la primera mujer capaz de obrar el milagro de engendrar a un niño, en esta caso una niña, desde la crisis de infertilidad que azota el planeta. En el apartado actoral también merece citarse a un desaforado Michael Caine, cuya muerte marcará el punto de inflexión de la historia.

Técnicamente la película es impecable, a ello contribuye notablemente la impactante fotografía del también mexicano Emmanuel Lubezki, ganador de tres Óscar de la Academia, que hace gala de su virtuosismo en los magistrales planos secuencia que jalonan el film, sobre todo en el último tercio del metraje. Otro gran acierto es, sin duda, la música sacra de John Tavener, que hace su aparición de forma sobria en los momentos clave, contribuyendo a elevar la emoción. Un detalle, el film está plagado de perros y gatos, que paradójicamente contribuyen a humanizar las escenas. Con un final esperanzador y agridulce, Hijos de los hombres ya ha adquirido el marchamo de “clásico” por su inspirada puesta en escena. No faltan las secuencias de acción, donde el espectador se siente literalmente involucrado gracias al punto de vista y los movimientos de cámara.

Huyendo de aquellos que desean utilizar el milagro para sus fines políticos, Theo encontrará el sentido de su vida. Hijos de los hombres es, sin ambages, una obra maestra, su visionado no dejará indiferente a nadie, activando esa parcela de nuestra conciencia que el conformismo mantiene silente.

Bonus track: los mejores cortometrajes y mediometrajes de la historia del cine

El hotel electrico

Experimentales, documentales, de animación, todos los cortometrajes y mediometrajes que integran la siguiente lista, y que se suman a los cincuenta del post anterior, influyeron en su género y en sus respectivas cinematografías para hacer avanzar este medio de expresión artística. Emotivos, cómicos, hipnóticos, todos demuestran que son las historias las que determinan el metraje de una cinta. He aquí veintiséis obras maestras que no superan la hora de duración.

EL HOTEL ELÉCTRICO (Hôtel électrique, 1908) 9’ Segundo de Chomón

EL MODERNO SHERLOCK HOLMES (Sherlock Jr., 1924) 45’ Buster Keaton

SAL PARA SVANETIA (Jim Shvante, 1930) 54’ Mikhail Kalatozov

LA SANGRE DE UN POETA (Le sang d’un poète, 1932) 55’ Jean Cocteau

EL PRADO DE BEZHIN (Bezhin lug, 1937) 30’ Sergei M. Eisenstein

LA BATALLA DE MIDWAY (The battle of Midway, 1942) 18’ John Ford

AGUAESPEJO GRANADINO (1955) 23’ José Val del Omar

ADEBAR (1957) 2’ Peter Kubelka

DOG STAR MAN (1962-64) Stan Brakhage

LA CASA ES NEGRA (Khaneh siah ast, 1963) 22’ Forugh Farrokhzad

LA PATRIA DE LA ELECTRICIDAD (Rodina Elektrichevstva, 1967) 9’ Larisa Shepitko

UNA HISTORIA INMORTAL (Histoire immortelle, 1968) 58’ Orson Welles

NOSOTROS (Menq, 1969) 27’ Artavazd Peleshian

LAS ESTACIONES (Vremena goda, 1975) 29’ Artavazd Peleshian

AGARRANDO PUEBLO (1977) 28’ Luis Ospina y Carlos Mayolo

HOSPITAL (Szpital, 1977) 22’ Krzysztof Kieslowski

XENOGENESIS (1978) 12’ James Cameron

HARPYA (1979) 9’ Raoul Servais

LARISA (1980) 25’ Elem Klimov

TANGO (1981) 8’ Zbigniew Rybczynski

ANOTHER BRICK IN THE WALL (Videoclip, The Wall, 1982) 6’ Alan Parker

NUESTRO SIGLO (Mer dare, 1983) 50’ Artavazd Peleshian

EL HOMBRE QUE PLANTABA ÁRBOLES (L’homme qui plantait des arbres, 1987) 30’ Frédéric Back

CARNE (1991) 40’ Gaspar Noé

LUNA (1995) 14’ Alejandro Amenábar

DESTINO (2003) 7’ Dominique Monfery (Salvador Dalí)

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Los 50 mejores cortometrajes y mediometrajes de la historia del cine

 

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El cortometraje y el mediometraje son al largometraje lo que el cuento y la nouvelle a la novela, pequeñas y medianas grandes historias que por alguna razón y a pesar de su brevedad han marcado un hito en la historia del cine, influyendo en el desarrollo del séptimo arte. Algunos son largometrajes inacabados de los que solo nos ha llegado un fragmento significativo, otros son animaciones creadas con las más diversas técnicas, también los hay documentales, experimentales y surrealistas. Impactantes, líricos, musicales, su visionado no nos deja indiferente.

Algunos fueron realizados como trabajos de fin de carrera en la escuela de cine y en ellos ya se puede percibir a grandes rasgos el futuro estilo de un determinado cineasta, otros, en cambio, fueron hechos como encargos para películas colectivas, pero todos son proyectos personales que nos dicen algo importante de la obra de sus directores o del momento en el que fueron realizados.

He aquí mi lista de los cincuenta mejores cortometrajes y mediometrajes de la historia del cine, ordenados por orden cronológico:

Un perro andaluz

1. LA LLEGADA DE UN TREN A LA CIUDAD (L’Arrivée d’un train à la Ciotat, 1896) 1’ Louis y Auguste Lumière

2. VIAJE A LA LUNA (Le Voyage dans la Lune, 1902) 14’ Georges Méliès

3. ASALTO Y ROBO DE UN TREN (The Great Train Robbery, 1903) 10’ Edwin S. Porter

4. VIDA DE PERRO (A Dog´s Life, 1918) 40’ Charles Chaplin

5. ARMAS AL HOMBRO (Shoulder Arms, 1918) 46’ Charles Chaplin

6. BALLET MECÁNICO (Ballet Mécanique, 1924) 19’ Fernand Léger

7. MÉNILMONTANT (1926) 38’ Dimitri Kirsanoff

8. LA COQUILLE ET LE CLERGYMAN (1928) 32’ Germaine Dulac

9. UN PERRO ANDALUZ (Un Chien Andalou, 1929) 17’ Luis Buñuel (Salvador Dalí)

10. LAS HURDES (TIERRA SIN PAN) (1933) 30’ Luis Buñuel

11. CERO EN CONDUCTA (Zéro de conduite, 1933) 42’ Jean Vigo

12. ALMADRABAS (1935) 21’ Carlos Velo y Fernando G. Mantilla

13. UNA PARTIDA DE CAMPO (Partie de campagne, 1936) 40’ Jean Renoir

14. MESHES OF THE AFTERNOON (1943) 14’ Maya Deren

15. LA TEMPESTAD (Le Tempestaire, 1947) 22’ Jean Epstein

16. UN CHANT D’AMOUR (1950) 26’ Jean Genet

17. CRIN BLANCA (Crin-Blanc, 1953) 36’ Albert Lamorisse

18. BÉRÉNICE (1954) 22’ Éric Rohmer

19. NOCHE Y NIEBLA (Nuit et brouillard, 1955) 32’ Alain Resnais

20. EL GLOBO ROJO (Le Ballon Rouge, 1956) 36’ Albert Lamorisse

21. DOS HOMBRES Y UN ARMARIO (Dwaj ludzie w szafa, 1958) 15’ Roman Polanski

22. EL VIOLÍN Y LA APISONADORA (Katok i skripka, 1961) 46’ Andrei Tarkovsky

23. LA JETÉE (1962) 29’ Chris Marker

24. ANTOINE ET COLETTE (1962) 32’ François Truffaut

25. LA RICOTTA (1962) 35’ Pier Paolo Pasolini

26. ABRIL (Aprili, 1962) 45’ Otar Iosseliani

27. EL RÍO DEL BÚHO (La rivière du hibou, 1962) 24’ Robert Enrico

28. SCORPIO RISING (1964) 30’ Kenneth Anger

29. NOW! (1965) 5’ Santiago Álvarez

30. SIMÓN DEL DESIERTO (1965) 43’ Luis Buñuel

31. LA MANO (Ruka, 1965) 18’ Jirí Trnka

32. FILM (1965) 24’ Alan Schneider (Samuel Beckett)

33. ELÉGIA (1965) 19’ Zoltán Huszárik

34. WAVELENGTH (1967) 47’ Michael Snow

35. TOBY DAMMIT (1968) 35’ Federico Fellini

36. EL PAN Y LA CALLE (Nan va Koutcheh, 1970) 10’ Abbas Kiarostami

37. LA CABINA (1972) 35’ Antonio Mercero

38. ERIZO EN LA NIEBLA (Yozhik v tumane, 1975) 11’ Yuri Norstein

39. GUERNICA (1978) 17’ Emir Kusturica

40. CUENTO DE LOS CUENTOS (Skazka skazok, 1979) 30’ Yuri Norstein

41. EL PUNTO DE VISTA DEL VIGILANTE NOCTURNO (Z punktu widzenia nocnego portiera, 1979) 17’ Krzysztof Kieslowski

42. NOCTURNE (Nyhterino, 1980) 8’ Lars von Trier

43. DIMENSIONES DEL DIÁLOGO (Moznosti dialogu, 1982) 12’ Jan Svankmajer

44. SEGUROS PERMANENTES CRIMSON (The Crimson Permanent Assurance, 1983) 16’ Terry Gilliam

45. MICHAEL JACKSON´S THRILLER (1983) 13’ John Landis

46. IVÁN EL TERRIBLE, PARTE III (Ivan Grozny III, 1946/ 1988) 4’ Sergei Eisenstein

47. MIRINDAS ASESINAS (1991) 11’ Álex de la Iglesia

48. KOZA (1995) 20’ Nuri Bilge Ceylan

49. EL VIEJO Y EL MAR (Roujin to umi 1999) 20’ Aleksandr Petrov

50. ALUMBRAMIENTO (2002) 11’ Víctor Erice

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El río del búho (La rivière du hibou, 1961) Robert Enrico

cartel El río del buho

Un hombre (Robert Jacquet) es condenado a morir ahorcado. Pero en el momento de la ejecución, la cuerda se rompe, cayendo al río. Tras lograr desatarse comienza una desenfrenada huida para salvar su vida, pero cuando cree que al fin lo ha conseguido sucede algo inesperado… para el espectador.

Sobre un relato breve de Ambrose Bierce (1842-1914) ambientado en la guerra de Secesión americana, An Occurrence at Owl Creek Bridge, que forma parte del volumen Cuentos de civiles y soldados, publicado en 1891, el director francés Robert Enrico construyó un espléndido cortometraje de 28 minutos de duración, El río del búho, que acaparó todos los premios internacionales: Palma de Oro al mejor cortometraje en el Festival de Cannes de 1962, Mejor cortometraje en los Premios BAFTA de 1963 y el Oscar al mejor cortometraje en los Premios de la Academia de 1964.

El río del búho

La rivière du hibou destaca por muchos aspectos, la fotografía en blanco y negro de Jean Boffety, los movimientos de cámara y los efectos sonoros. Considerado por muchos críticos como el mejor cortometraje de la historia del cine, La rivière du hibou supuso el prometedor debut en la dirección de un cineasta que más tarde sería conocido por sus largometrajes artesanos de corte policíaco y con guiones de José Giovanni, como Los rufianes (Les grandes gueules, 1965), Tres aventureros (Les aventuriers, 1967) o El viejo fusil (Le vieux fusil, 1975) o Los aventureros, con las estrellas francesas del momento, Lino Ventura, Alain Delon, Romy Schneider o Philippe Noiret.

Robert Enrico rodaría otros dos cortometrajes basados en los cuentos de la guerra civil de Ambrose Bierce, componiendo una interesante trilogía: Chickamauga (1962) y L’oiseau moqueur (1962). Dada su calidad, en 1964 fue emitido excepcionalmente como episodio de la célebre serie de televisión “La dimensión desconocida”, cuyo productor compró los derechos de la obra.

El precio del poder (Scarface, 1983) Brian de Palma

Cartel El precio del poder

Confieso que me parece más acertado el rótulo que se le dio en España a este Scarface, cuyo título original es un claro homenaje al clásico homónimo de Howard Hawks de 1932, estrenada en nuestro país con el subtítulo de «El terror del hampa», donde un magnífico Paul Muni interpretaba a Tony Camonte en su violento ascenso en el mundo de las pandillas de Chicago, un personaje inspirado por el más famoso de los gánsteres italoamericanos, Al Capone (1899-1947).


En 1983, otro italoamericano, el director Brian de Palma, para algunos el discípulo más aventajado de Alfred Hitchcock (Vestida para matar y Doble cuerpo) y uno de los grandes manieristas de la historia de Hollywood (Impacto, Los intocables de Eliot Ness), acomete el rodaje de un remake actualizado en el que plasma su propia visión de mundo de la mafia, para ello cuenta en el reparto con una gran estrella, Al Pacino, que ya había dado muestras de su genio interpretativo en El padrino: Parte II (1974) de Francis Ford Coppola, una de las mejores películas de la historia del cine, y en otras interesantes producciones, véase Serpico (1973) y Tarde de perros (1975), ambas dirigidas por un Sidney Lumet en estado de gracia. Además de Al Pacino, destacan unas bellísimas Michelle Pfeiffer y Mary Elisabeth Mastrantonio, en el papel de la esposa y la hermana del protagonista, respectivamente, en el prometedor inicio de sus carreras.

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En tres horas Brian de Palma narra el ascenso y caída del caracortada Tony Montana (Al Pacino), un inmigrante cubano que se abre camino en el hampa de Miami, creando un imperio de la droga con conexiones internacionales sustentado por su apabullante personalidad. Destaca el apoteósico final en la lujosa mansión del protagonista con una explosión de hemoglobina tan solo comparable a otro final tanto o más apoteósico como el de Grupo salvaje (1969) de Sam Peckinpah, al que por cierto de Palma hace más de un guiño.


Un film con muchos pros, como el extraordinario guión de Oliver Stone (responsable de los libretos de El expreso de medianoche (1978) de Alan Parker y Conan el bárbaro (1982) de John Milius, antes de acometer él mismo la dirección con la exitosa Platoon (1986), que le valdría varios premios Óscar) y la música sintética de Giorgio Moroder, cuyo tema central destaca muy por encima de otras célebres bandas sonoras de los ochenta, y algún en contra, como el abuso del zoom, un cliché de la época.

El precio del poder, que tendría una espléndida “continuación” diez años después con Atrapado por su pasado (Carlito´s way), de nuevo con Al Pacino en el papel protagonista, ya figura en un lugar de honor en el ranking de las mejores películas del género. Un drama épico, icónico del estilo un tanto desmesurado de su director, convertido en clásico del celuloide y que a pesar de los avances en la industria cinematográfica aún conserva intacta su frescura.

En el globo plateado (Na srebrnym globie, 1988) Andrzej Zulawski

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Conocido como el «enfant terrible» del cine polaco, Andrzej Zulawski se exilió como otros colegas de oficio en Francia, caso de Walerian Borowczyk (Cuentos inmorales, 1973) o Roman Polanski (El quimérico inquilino, 1976), huyendo de la censura que había cercenado la exhibición de su segundo largometraje, El diablo (Diabel, 1972), por razones políticas. En el país galo el director desarrollaría su estilo excesivo, brillante pero desaforado, caracterizado por un irreverente lirismo fruto de una extraña mezcla de sensualidad y nihilismo no exento de violencia. Con estas credenciales el controvertido cineasta volvería a su país de origen reclamado por los burócratas culturales a raíz del éxito internacional de la polémica Lo importante es amar (L’important c’est d’aimer, 1975) para rodar un largometraje a su antojo, es así como nació En el globo plateado (Na Srebrnym Globie, 1988), basado en la primera parte de la epopeya espacial “La trilogía lunar”, escrita por su tío abuelo Jerzy Zulawski (1874-1915) entre 1901 y 1911, y que nada tiene que envidiar a su compatriota Stanislaw Lem.

Tras muchas vicisitudes en su creación, el rodaje, que abarcó dos años, 1976 y 1977, fue interrumpido por las autoridades socialistas, que tras leer el libreto y ver las primeras escenas consideró la película como una alegoría del totalitarismo, cuando Zulawski ya había filmado el ochenta por ciento del metraje. Prohibida por el gobierno polaco, Zulawski se vio de nuevo obligado a exiliarse temiendo ser demandado por el excesivo coste de la producción. El proyecto tardaría más de una década en ser materializado pues no sería hasta 1986, año en que Mijail Gorbachov decretó la Perestroika, cuando el realizador decidiera regresar para culminar su obra magna, pero sin apenas presupuesto y con algunos actores ya fallecidos, decidió montarla como mejor pudo, recurriendo a la voz en off para narrar la parte del guión que había quedado sin filmar. Con todo el resultado es una curiosa mezcla de aventuras, drama y fantasía, en definitiva un hito de la (con)ciencia-ficción en las cinematografías de la Europa del Este, por otra parte no muy dadas a este tipo de género, salvo las brillantes excepciones del genial Andrei Tarkovski (Solaris y Stalker) y de Konstantin Lopushansky (Cartas de un hombre muerto y El hombre del museo).

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Nos encontramos frente a una ambiciosa, y costosa, producción con cientos de extras, una sofisticada producción de arte y una original fotografía a cargo de Andrzej Jaroszewicz, que será uno de los grandes aciertos pues su utilización de filtros azules dotará al film de una atmósfera onírica, casi de ensueño, un halo de irrealidad que le aproxima a lo metafísico y existencial, en la línea de Andrei Tarkovski pero con un ritmo frenético. Rodada en espacios naturales, destaca la majestuosidad de sus variados paisajes localizados en los diferentes escenarios en los que se rodó: las montañas del Cáucaso, Crimea, el desierto de Gobi y las amplias llanuras de Ucrania.

El argumento es complejo: un pequeño grupo de exploradores cósmicos, dos hombres y una mujer, abandona la Tierra para encontrar la libertad en un planeta salvaje y comenzar una nueva civilización, tratando de huir del trágico destino de los seres humanos no advierten que llevan consigo el final de su propio sueño. Eventualmente mueren uno por uno, mientras sus hijos vuelven a una cultura primitiva, creando nuevos mitos y un nuevo dios. Tiempo después, un burócrata espacial, Marek, llega y encuentra a los descendientes de los colonizadores esclavizados por pájaros homínidos llamados Szerns, los habitantes nativos del planeta. La sociedad está dividida en numerosas clases, fundamentalmente entre cazadores y científicos, y todos esperan la llegada de un Mesías. El recién llegado es considerado un candidato adecuado, y durante algún tiempo vive como un dios, dejándose atrapar en su propia locura.

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Futurista, mística, psicodélica, En el globo plateado fue nominada a la mejor película en el prestigioso Festival Internacional de cine fantástico Fantasporto 1989. Destaca en el reparto Andrzej Seweryn en el papel de Marek, el intérprete, uno de los actores fetiche del gran Andrzej Wajda, será conocido en Occidente por su participación en La lista de Schindler (1993) de Steven Spielberg.

A pesar de su carácter inconcluso y la casi ausencia de efectos especiales, En el globo plateado cautiva gracias a la telúrica majestuosidad que destila esta cinta convertida ya en un clásico del cine de culto, una inclasificable obra maestra de una forma experimental de hacer cine.

El padre Sergio (Otets Sergiy, 1918) Yakov Protazanov

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El padre Sergio (Otets Sergiy, 1918) es, probablemente, la mejor película rusa anterior a la Revolución, rodada por los dos cineastas más capaces del momento, Yakov Protazanov y Aleksandr Volkov, que tras los diez días de Octubre seguirán trayectorias diferentes, se trata de un clásico que ha pasado a la historia del cinematógrafo tanto por su calidad artística como por su significación histórica.

Filmada bajo el régimen del zar pero estrenada tras la revolución bolchevique, se trata del primer largometraje de Volkov, que después haría carrera en Francia, con películas tan notables como Casanova (1927), y el último de Protazanov, uno de los pioneros del cine ruso, en el período zarista, durante el cual había dirigido multitud de cintas, algunas tan conocidas como La reina de picas (1916) y La doncella Jenny (1918), consideradas obras maestras.

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El padre Sergio es el mejor ejemplo del nivel de sofisticación que había alcanzado el cine ruso de la época y que el nuevo régimen de Lenin se encargaría de reforzar bajo nuevas premisas, apostando por un lenguaje innovador para ilustrar los nuevos ideales políticos y sociales.

Basada en el relato homónimo de Lev Tolstoi, narra las vicisitudes del príncipe Kasatski, excelentemente interpretado por Ivan Mozzhukhin, que tras entrar de niño en la academia de la Guardia de Palacio, espera hacer carrera al amparo del Zar, al cual idolatra, pero las cosas se complicarán tras conocer a una bella dama de la corte, amante de Nicolás I. El padre Sergio acabará sus días viviendo como un asceta en un monasterio.

Tras unos años en Europa occidental, Protazanov decidió volver a su patria en 1923 para seguir desarrollando su actividad cinematográfica, de hecho sería el realizador de la primera película de ciencia-ficción soviética, la mítica Aelita (1924), que marcaría un hito en el cine mudo de la época por sus decorados y sus vestuarios constructivistas.

Adiós a Matiora (Proshchanie, 1983) Elem Klimov

Cartel Adiós a Matiora

Canto de cisne de una época y de una forma de hacer cine, Adiós a Matiora (Proshchanie, 1983) es la película que anticipa la Perestroika en la cinematografía soviética. Un film eminentemente lírico que tuvo fortuna en los circuitos internacionales de arte y ensayo y que supuso la consagración de su director, Elem Klimov, más allá de la URSS.


Basada en la novela corta homónima de Valentin Rasputin, publicada en 1976, y con un guión firmado por Larisa Shepitko, German Klimov y Rudolf Tyurin, la película narra el drama de los habitantes de Matiora, una bonita isla situada en medio de un gran río, en el centro de la vasta y profunda Rusia, condenada a sumergirse en las aguas debido a la construcción de un embalse, con ella también desaparecerán las casas y los recuerdos de los lugareños, resignados a abandonar sus hogares y su estilo de vida tradicional.


Largometraje excepcional por su indubitable calidad técnica y formal donde cabe destacar el magnífico trabajo de fotografía del equipo integrado por Vladimir Chukhnov, Aleksei Rodionov, Yuri Skhirltadze y Sergei Taraskin, así como la música de Alfred Shnitke, tal vez el más importante compositor tardosoviético, que subraya el lirismo de las imágenes con notas transidas de dolor y nostalgia por la tierra perdida.

Gran árbol de Matiora


Proyecto inicial de Larisa Shepitko, truncado violentamente por la prematura muerte de la directora ucraniana, y que Elem Klimov retoma y lleva a cabo como particular homenaje a su mujer, Adiós a Matiora es el canto de amor fúnebre de un Klimov sumido en el más hondo desaliento cinco años después del fatídico accidente de tráfico que acabara con su esposa cuando precisamente andaba buscando localizaciones para el film. De ahí lo personal e íntimo de su metraje, metáfora de la pérdida de aquello que más amamos.


Estrenada en España a raíz del éxito de su siguiente, y última película, Masacre: Ven y mira (Idi i smotri, 1985), fue calificada de «epopeya pesimista» por el crítico y guionista Ángel Fernández-Santos en El País (13 de diciembre de 1986), pero aunque la cinta se hace dura de ver por la trascendencia emocional de sus imágenes, también cuenta con secuencias antológicas, como la del gran árbol en llamas, que evocan la naturaleza mística en la intrínseca relación de los personajes con la madre tierra.


En conclusión, Adiós a Matiora es una obra maestra del séptimo arte que demuestra el estado de gracia de un cineasta que tras la muerte de Larisa Shepitko, a la que dedicó un emotivo cortometraje documental, Larisa (1980), cambia totalmente de registro, pasando de la comedia sofisticada al cine grave, comprometido, de gran plasticidad y relevancia, que comienza con el descarnado biopic del monje loco Rasputín en Agonía (Agoniya, 1981).

 

Al azar de Baltasar (Au hasard Balthazar, 1966) Robert Bresson

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Au hasard Balthazar es una parábola que invita a reflexionar sobre la, a veces, mezquina condición humana. El burro Balthazar es el protagonista de esta película en la que se narra su vida desde unos felices primeros años rodeado de niños hasta su madurez como animal de carga. Paralelamente transcurre la vida de Marie (Anne Wiazemsky), la muchacha que le puso el nombre y que es víctima de los malos tratos que le propina su amante. Balthazar por circunstancias económicas pasa de mano en mano y es utilizado por Robert Bresson para mostrar el carácter miserable de cada uno de ellos: el avaro, el delincuente, el cruel, el necio, son retratados sin piedad, hasta la propia Marie no escapa de esa mirada inquisitiva y condenatoria.

Au hasard Balthazar

El realizador francés no tiene piedad con sus protagonistas, los desprecia amargamente, en un ajuste de cuentas con la especie a la que pertenece. Consultado sobre esta característica de sus personajes, el director francés declaró que ninguno de ellos era peor que él mismo, que todos son Bresson y que Bresson es todos ellos. Una obra cumbre del cine europeo, auténtico paradigma del Cinematógrafo como Cine-Arte en contraposición al kinetoscopio o Cine-Industria con fines comerciales.

La jetée (1962) Chris Marker

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Empiezan a surgirle imágenes como confesiones y se mezclan en un museo que puede ser el de su memoria”.

Este mediometraje francés es la fuente de inspiración para Doce monos (Twelve Monkeys, 1995) de Terry Gilliam, aunque sus numerosas sugerencias conceptuales también pudieron influir en títulos de mayor vocación comercial, como los que componen las sagas de Terminator de James Cameron, y Regreso al futuro de Robert Zemeckis.

Integrado casi exclusivamente por imágenes estáticas, el film sitúa su acción en un París post-apocalíptico, cuyos habitantes viven refugiados bajo tierra. El tiempo ha perdido su secuencialidad y el protagonista (Davos Hanich), obsesionado por el recuerdo de un rostro de mujer en el aeropuerto de Orly, se someterá a un experimento de viaje en el tiempo para intentar restaurar el presente.

Se trata del único trabajo narrativo del maestro del cine ensayístico Chris Marker, que planteó en este film la ordenación de la materia intrínseca del cinematógrafo. Presentada como un fotorromance, asume las técnicas de un género denostado, la fotonovela, para articular una historia de amor a través del tiempo en un contexto post-atómico. Así, tras el estallido de la Tercera Guerra Mundial, los seres humanos sobreviven en túneles bajo tierra, en la red subterránea de Chaillot, y enmascaran sus ojos con unas gafas oscuras. El tiempo, la manera de reconstruirlo y recuperarlo, es la única arma posible para combatir la radiación que amenaza con destruir el mundo. Un agujero en el tiempo por el que pasar alimentos y medicamentos, es decir, esperanzas. Un error en la ordenación de la historia que permitiría acudir al pasado, o quizás al futuro, para remediar el presente.

La jetée

El sujeto del experimento no es un suicida frustrado, sino alguien “dotado de fuertes imágenes mentales”, porque la policía subterránea vigila incluso sus sueños. Un hombre con una fijación en una imagen del pasado, un recuerdo de infancia durante un domingo en el aeropuerto de Orly. El hombre busca ese recuerdo y los científicos trabajan sobre su memoria hurgando en ese agujero que es, en definitiva, una trampa. El protagonista recuerda a aquella mujer, Hélene, que ahora, cuando la reencuentra en su viaje por el tiempo, le habla de un individuo llamado Hitchcock, sin duda, un guiño al genio británico y tal vez un homenaje velado a su obra maestra, Vértigo (1958). Recuerda también al hombre que vio morir en el mismo aeropuerto, aquel domingo antes de la guerra, un recuerdo de infancia al que acude para aliviar el sufrimiento de la historia. Y aquí se fragmenta el fotorromance y las imágenes congeladas de la fotografía se rompen en pedazos.

Atadura a los recuerdos y dolorosa revisión. Memoria y premonición. Una película mítica que le valió a Chris Marker el prestigioso premio Jean Vigo al Mejor Cortometraje en 1963. La ciencia-ficción no puede llegar más lejos.