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El padre Sergio (Otets Sergiy, 1918) es, probablemente, la mejor película rusa anterior a la Revolución, rodada por los dos cineastas más capaces del momento, Yakov Protazanov y Aleksandr Volkov, que tras los diez días de Octubre seguirán trayectorias diferentes, se trata de un clásico que ha pasado a la historia del cinematógrafo tanto por su calidad artística como por su significación histórica.

Filmada bajo el régimen del zar pero estrenada tras la revolución bolchevique, se trata del primer largometraje de Volkov, que después haría carrera en Francia, con películas tan notables como Casanova (1927), y el último de Protazanov, uno de los pioneros del cine ruso, en el período zarista, durante el cual había dirigido multitud de cintas, algunas tan conocidas como La reina de picas (1916) y La doncella Jenny (1918), consideradas obras maestras.

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El padre Sergio es el mejor ejemplo del nivel de sofisticación que había alcanzado el cine ruso de la época y que el nuevo régimen de Lenin se encargaría de reforzar bajo nuevas premisas, apostando por un lenguaje innovador para ilustrar los nuevos ideales políticos y sociales.

Basada en el relato homónimo de Lev Tolstoi, narra las vicisitudes del príncipe Kasatski, excelentemente interpretado por Ivan Mozzhukhin, que tras entrar de niño en la academia de la Guardia de Palacio, espera hacer carrera al amparo del Zar, al cual idolatra, pero las cosas se complicarán tras conocer a una bella dama de la corte, amante de Nicolás I. El padre Sergio acabará sus días viviendo como un asceta en un monasterio.

Tras unos años en Europa occidental, Protazanov decidió volver a su patria en 1923 para seguir desarrollando su actividad cinematográfica, de hecho sería el realizador de la primera película de ciencia-ficción soviética, la mítica Aelita (1924), que marcaría un hito en el cine mudo de la época por sus decorados y sus vestuarios constructivistas.